domingo, 26 de junio de 2011

Me despierto y lo primero que mi oido capta es una lluvia finita afuera de mi ventana. Ya el bajón subió un nivel. Esa lluvia que muchos aman porque les hace más linda la siesta, a mi me pone mal. Me deprime, me dan ganas de no hacer nada pero aburrida, no feliz de que no tenga que hacer nada. Encima es domingo. Me acuesto en mi cama y me vuelvo a sentar. Nosé que hacer, miro hacia la ventana y ahí está, la lluvia. Se me cruzan un millón de recuerdos en la mente, por ejemplo, que después de tanta humedad y lluvia, los grillos topo que viven en mi jardín van a comenzar a salir porque sus cuevas se han inundado. Eso quiere decir que mi papá va a agarrar su botella de lavandina, la va a mezclar con agua y les va a inundar más su cueva para que no vuelvan y así que su amado césped pueda crecer en paz, y yo no voy a poder disfrutar de eso.
También se me viene a la mente la paloma que se está comiendo mi perro en este momento. Pobre, si supiera lo que está masticando. Me viene ÉL a la mente, en como me gustaría estar abrazandoló en este momento, abajo de la lluvia. Te odio lluvia, te juro que a veces te odio. Me haces pensar en cosas que no debo pensar porque me ponen triste. Que mal que me pegan los días de lluvia.-

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